DIARIO DE UNA PRIMERIZA: Cambiando de dentro hacia fuera (I)

Cindy Luque Juarez


Cuando me enteré que iba ser mami no me lo creí. Vimos el test de embrazo con mi esposo y quedamos estupefactos, sobre todo porque no esperaos que quedaríamos «embarazados» tan rápido.

La sensación fue rara, porque aún sabiendo que teníamos una semillita creciendo, todavía no nos creíamos la noticia porque no sentíamos nada. Sin embargo, las siguientes semanas si que empezamos a sentir grandes cambios en nuestras vidas, digo en plural porque nos afectó a ambos. Tuvimos que esperar casi una semana, para corroborar lo que decía el test de la farmacia. Primero mi suegra mandó analizar un muestra de orina y nos dio la primera enhorabuena. Luego vino la cita con el médico y las exámenes de sangre corroboraron la buena nueva. Un embrión estaba creciendo dentro mio. Ahora venía lo bueno: los cambios físicos.
Las semanas siguiente no solo iba cambiando mi cuerpo, sobre todo los pechos que se hincharon y crecieron de manera impresionante. Y sobre las sensaciones que iba experimentando, éstas eran tan raras. Primero sentía mucha pero mucha hambre, y mucho pero mucho sueño. A cada hora quería comer algo. Y caía rendida en cualquier momentos en el sofá o en la cama. No podía con mi cuerpo.

Luego, vinieron los mareos, las nauseas. Nunca llegué al vómito, pero la sensación de asco al ver algunas comidas era horrible. Había días en que comía muy bien y otros ese mismo plato me daba asco. Vivía en la incertidumbre de saber qué comer cada día. Además, mientras pasaban los días la acidez en la garganta iba aumentando, esto hacía que muchas veces una comida que había entrado bien y me había gustado se me «repitiera» y en ese momento le cogiera asco. Todos los días era lo mismo. Estaba asustada, porque pensaba que no podría comer bien y por tanto no alimentar bien al bebé.

Además, la cocina era un territorio vetado para mi nariz. El olor de la comida, de los aderezos me daba nauseas. Mi marido maravilloso, sin saber cocinar se enfundó en el mandil y hacía lo que podía. Mi suegra también nos ayudó mucho y nos proveyó de comida para algunos días.