Infusión de jengibre para las náuseas

Hoy hablaba con un amiga que está embarazada y sufriendo con náuseas, y me acordé de esos primeros meses en los que yo también la pasé mal con estos síntomas. Recordé una receta súper práctica que me sentó muy bien para aliviar este malestar propio de las embarazadas: infusión de jengibre.

Otra buena amiga, Sussane, fue quién me dio la idea, me dijo que en su país- Estados Unidos- las mujeres embarazadas beben Ginger Ale (elaborado con jengibre) para quitarse las náuseas matutinas. Ella también lo toma cuando le afloran algunos problemas estomacales. Siguiendo sus consejos probé la bebida y dicho y hecho, me sentó de maravilla. Pero para ahorrar preferí hacerme la infusión en casa, mucho menos sabrosa, pero igual de efectiva.

Aunque hay muchas controversias sobre si el jengibre es o no seguro durante el embarazo, varios estudios en mujeres embarazadas indican que puede ser utilizado con seguridad sin ocasionar daño para el bebé. De todas maneras, si tienes dudas, consulta a tu médico antes de probarlo.

El jengibre no solo alivia las náuseas o vómitos, también ayuda a prevenir muchos problemas estomacales y gastrointestinales, tales como mareos, cólicos, malestar estomacal, gases, diarrea, etc. Además, es antiinflamatorio: muy útil en casos de reumatismo. Alivia dolores musculares y reumáticos. Es beneficioso para combatir enfermedades de las arterias coronarias. Ayuda a aliviar la gripe y la tos, entre otras muchas propiedades.

jengibre

Ingredientes para la infusión

-Raiz de jengibre (5 g.)
-Una cucharada de manzanilla o una rama de canela
-1 taza de agua.

Preparación

Introduce el jengibre rallado y la manzanilla en una taza de agua hirviendo. Déjalo reposar cinco minutos. Para finalizar, cuela la infusión .

Otra manera de incorporar el uso del jengibre en tus comidas es como ingrediente a la hora de preparar arroz blanco o tallarines. En el sofrito del arroz blanco o espaguetis echa un poco de raíz rallada de jengibre, verás que el sabor de tus comidas tendrá un toque más asiático y sabroso.

DIARIO DE UNA PRIMERIZA: Molestias comunes durante el embarazo

Cindy Luque Juarez

Para las primerizas cada cosa nueva que va experimentando nuestro cuerpo durante el embarazo nos genera inquietud. Por algo somos «primerizas». Para muchas mujeres que ya han tenido hijos todo es normal e incluso nos pueden tildar de «exageradas» porque según ellas magnificamos todo. Pero no hagamos caso y vivamos estas experiencias como un niño, con sorpresa, pero con tranquilidad, pues todo lo que nos pasa es normal ya que nuestro cuerpo está pasando por muchos cambios. No hay que asustarse.
Estas son algunas molestias por las que yo he pasado o estoy pasando durante mi embarazo y según mi médico «son normales», en la medida que no se intensifiquen.

Estreñimiento. Es un problema común durante el embarazo. Una de sus causas es el incremento de la hormona progesterona, que hace más lento el movimiento del alimento a través del sistema digestivo. Y el problema puede empeorar a medida que avanza el embarazo, debido a la presión que ejerce el útero en crecimiento sobre el recto.

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Algunos consejos para combatir de manera natural el estreñimiento:
-Comer diariamente alimentos con alto contenido en fibra, como cereales, arroz y pan integral, frijoles y frutas y verduras frescas. Un kiwi en ayunas y otro por la noche acompañado de un vaso con agua también ayuda mucho.
-Beber abundante agua. Hacer ejercicio con regularidad. Tómate tu tiempo para ir al baño. Si tienes ganas de ir al baño, no lo dejes para después.
Si esto no funciona es mejor hablar con el médico.

Cansancio durante el embarazo. No te preocupes si solo tienes ganas de dormir y descansar, es normal cuando estás embrazada y sobre todo los primeros tres meses.

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Yo las primeras semanas solo quería cerrar los ojos y tirarme al sofá o a la cama. No tenía fuerzas para nada. Los especialistas dicen que este cansancio vuelve en el tercer trimestre de embarazo. Haz caso a tu cuerpo y descansa todo lo que puedas, porque después será más difícil.

Ganas de orinar con frecuencia. Yo siempre digo cada vaso de agua que tomo es una visita al baño. Y es que ahora que llevo mi barriguita tengo más ganas de orinar, esto es normal porque los cambios hormonales provocan que la sangre fluya más rápido por tus riñones. Esto a su vez hace que la vejiga se llene con más frecuencia.

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Además, durante el embarazo, la cantidad de sangre que circula por nuestro cuerpo aumenta drásticamente, hasta un 50 por ciento más de la que teníamos antes de quedar embarazadas. Esto hace que los riñones deban procesar mucho líquido adicional, el cual va a parar a la vejiga.
También es posible sentir presión en la vejiga debido a que nuestro útero es cada vez más grande.

Falta de aire. ejercicios-respiracion-embarazoEl aumento en la cantidad de hormonas, especialmente la progesterona, afecta de manera directa los pulmones. A medida que avanza el embarazo, el útero crece y ejerce presión sobre el diafragma, lo que puede hacer nuestra respiración más cansada, especialmente si llevas al bebé muy arriba o si esperas gemelos.
Náuseas. Tres de cada cuatro mujeres embarazadas sufren náuseas, y algunas veces también vómitos, especialmente en el primer trimestre. Para muchas mujeres, las náuseas son mucho peores por la mañana, pero para otras, esa sensación dura desde por la mañana hasta por la noche.
Para la mitad de las mujeres que sienten náuseas, estos síntomas desaparecen en la semana 14, aunque también hay algunas mujeres que se sienten mal hasta el momento en el que nacen sus bebés.

Hay médicos que recomiendan tomar algunas pastillas contra las nauseas y los vómitos que son seguras, pero ya depende de cada mami si quiere tomarlas o no. Sufrir estos síntomas hasta que desaparezcan o ayudarse de la medicina. Es elección de cada una. Yo tomé una sola vez la pastilla que me dio el doctor, pero luego, como podía soportar las nauseas (no tenía vómitos), decidí dejarlos de tomar.

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Si tienes ligeras náuseas o vómitos, puedes seguir las siguientes recomendaciones que yo puse en práctica:
– Comer pequeñas cantidades de comida varias veces al día para que tu estómago nunca esté vacío.
– Comer algunas galletitas saladas por la noche, si tienes náuseas, también puede ayudarte. Por cierto, levantarte lentamente en la mañana, sentándote durante unos minutos en vez de levantarte de repente, también te puede ayudar.
– Intenta evitar alimentos con olores que te hagan sentir náuseas. No importa si durante esta etapa comes solo lo que te gusta, luego mejorarás y subirás el peso queno ganaste durante este tiempo.
– Evita las comidas grasosas, porque tardan más en digerirse. Además, aléjate de las comidas demasiado picantes, densas, ácidas o fritas, que pueden irritar tu sistema digestivo.
– Intenta beber entre las comidas y a lo largo de todo el día para no deshidratarte. Si vomitas mucho es bueno tomar bebidas rehidratantes. Yo probé de todo, me hicieron bien los sporades, gatorades, pero luego le cojí asco. Después me recomendaron una bebida que contiene «Jenjibre» (kión) que dicen muchos expertos que ayuda mucho contra las nauseas y vómitos (lo usan mucho en USA). La bebida que conseguí con jenjibre era el Ginger Ale de Shweppes. Me ayudó muchísimo a pasar muchos días con nauseas.

Acidez. También conocida como reflujo ácido, es una sensación de quemazón que a menudo se extiende desde la parte de abajo del esternón hasta la zona inferior de la garganta. Es consecuencia de los cambios hormonales y físicos que se producen en tu cuerpo.

acidez durante el embarazo
Quizá no sea posible que eliminemos totalmente la acidez, pero podemos tomar algunas medidas para reducir el malestar:
-Evita comidas y bebidas que te produzcan malestar gastrointestinal como las bebidas con gas, la cafeína, el chocolate; los alimentos ácidos como los cítricos y jugos, el tomate, la mostaza y el vinagre; las carnes procesadas; y los alimentos picantes, muy condimentados, fritos o grasosos.

-En lugar de ingerir comidas abundantes, come pequeñas cantidades varias veces al día. Come despacio y mastica mucho la comida.

-Evita tomar grandes cantidades de líquido durante las comidas para que no se te hinche el estómago.
-No comas cuando estés por irte a la cama. Deja dos o tres horas para hacer la digestión antes de acostarte.
Duerme recostada sobre varias almohadas o usa un almohadón en forma de cuña. Al elevar la parte superior del cuerpo, ayudarás a que los ácidos estomacales permanezcan en su lugar y conseguirás que la digestión sea más fácil.
-Usa ropa holgada y cómoda. Evita usar prendas que te aprieten alrededor de la cintura y el vientre.
Gas e hinchazón. En el embarazo la progesterona relaja el tejido muscular de todo el cuerpo, incluido el del sistema digestivo. Esta relajación hace más lenta la digestión, lo cual te puede producir gases, hinchazón en el estómago, eructos y flatulencia, y crear sensaciones desagradables en la barriga, especialmente después de una comida abundante.

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La manera más efectiva de disminuir los gases consiste en reducir aquellas comidas que es más posible que los originen como frijoles, la col, la coliflor, las coles de Bruselas, el brócoli y los espárragos. Ponte derecha mientras comes o bebes, aunque sólo tomes un pequeño refrigerio. Evita cualquier cosa endulzada con sorbitol, un edulcorante artificial.

Dolor en el bajo vientre y los lados del abdomen. Es una malestar común durante el embarazo. A medida que crece nuestro útero, los ligamentos se estiran y se espesan para proporcionarle más apoyo. Estos cambios a veces causan dolores en uno o ambos lados del abdomen.

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Muchas veces he sentido ese dolor como una punzada aguda al cambias de posición repentinamente: al levantarte de la cama, de una silla, al toser. O cuando has caminado mucho o has hecho ejercicios. Lo normal es que a los segundos estos pinchazos desaparezcan. Si no fuese así, ve al médico.

Dolor en la parte baja de la espalda. Esto se debe a que el útero está en crecimiento, desplaza el centro de gravedad y estira y debilita los músculos abdominales, lo que hace que nuestra postura cambie y nuestra espalda se vea sometida a una presión adicional.

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El útero también puede ejercer presión sobre un nervio y eso podría causar el dolor de espalda.

Hay que tener cuidado porque permanecer sentada o de pie durante periodos de tiempo prolongados y levantar objetos pesados hacen por lo general que el dolor empeore.

DIARIO DE UNA PRIMERIZA: Cambiando de dentro hacia fuera (I)

Cindy Luque Juarez


Cuando me enteré que iba ser mami no me lo creí. Vimos el test de embrazo con mi esposo y quedamos estupefactos, sobre todo porque no esperaos que quedaríamos «embarazados» tan rápido.

La sensación fue rara, porque aún sabiendo que teníamos una semillita creciendo, todavía no nos creíamos la noticia porque no sentíamos nada. Sin embargo, las siguientes semanas si que empezamos a sentir grandes cambios en nuestras vidas, digo en plural porque nos afectó a ambos. Tuvimos que esperar casi una semana, para corroborar lo que decía el test de la farmacia. Primero mi suegra mandó analizar un muestra de orina y nos dio la primera enhorabuena. Luego vino la cita con el médico y las exámenes de sangre corroboraron la buena nueva. Un embrión estaba creciendo dentro mio. Ahora venía lo bueno: los cambios físicos.
Las semanas siguiente no solo iba cambiando mi cuerpo, sobre todo los pechos que se hincharon y crecieron de manera impresionante. Y sobre las sensaciones que iba experimentando, éstas eran tan raras. Primero sentía mucha pero mucha hambre, y mucho pero mucho sueño. A cada hora quería comer algo. Y caía rendida en cualquier momentos en el sofá o en la cama. No podía con mi cuerpo.

Luego, vinieron los mareos, las nauseas. Nunca llegué al vómito, pero la sensación de asco al ver algunas comidas era horrible. Había días en que comía muy bien y otros ese mismo plato me daba asco. Vivía en la incertidumbre de saber qué comer cada día. Además, mientras pasaban los días la acidez en la garganta iba aumentando, esto hacía que muchas veces una comida que había entrado bien y me había gustado se me «repitiera» y en ese momento le cogiera asco. Todos los días era lo mismo. Estaba asustada, porque pensaba que no podría comer bien y por tanto no alimentar bien al bebé.

Además, la cocina era un territorio vetado para mi nariz. El olor de la comida, de los aderezos me daba nauseas. Mi marido maravilloso, sin saber cocinar se enfundó en el mandil y hacía lo que podía. Mi suegra también nos ayudó mucho y nos proveyó de comida para algunos días.