Los abuelos, ¿a engreír o a criar?

Fuente:lamentemaravillosa.com

Hace unos días atrás me encontré con unos abuelos que llevaban a la guardería a su nieto, que era compañerito de mi hijo mayor hace dos años atrás. Estuvimos hablando de cómo iban los niños, qué tal la escuela, etc. Pero la mujer de unos setenta y algo años me confesó una cosa que me hizo pensar en escribir este post: ¿hasta qué punto deben los abuelos cuidar de sus nietos?

A la mujer y a su esposo siempre los he visto de arriba para abajo con sus dos nietos. Corriendo para llegar a la hora a la guardería, al cole, al centro de salud, como todos los padres. La mujer lo llevaba muy bien, le gustaba cuidar de sus nietos. Me dijo que su hija trabajaba todo el día y su yerno igual. Y que ella prefería encargarse de sus nietos en lugar de que otra persona se hiciera cargo de ellos. Me contó que los ha criado desde pequeñitos. Que, incluso, la madre de las criaturas se los lleva cenados, bañados y dormidos a su casa. Me confesó que su marido, al principio, al haberse jubilado, tenía ilusión de estar con los nietos, pero con el tiempo se le ha hecho pesado, que lo lleva fatal, que está cansado porque todos los días, sí todos los días, están «obligados» a tener a los niños consigo, llevarlos a sus actividades, cuidar de su crianza y siente que no tiene vida. El hombre estaba al lado, oyendo nuestra conversación.

Fuente: lamenteesmaravillosa.com

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No quise ser indiscreta, pero me salió la vena periodística y le pregunté qué pensaba su hija. Me contestó que a veces se se sentía mal por ellos, que le sabía mal dejarles toda la responsabilidad, pero que ni modo.

No sé la realidad de esa familia o la de otras parecidas, pero yo creo que los hijos los traemos al mundo para criarlos nosotros: los padres. Los abuelos están para disfrutarlos, para jugar, pasear con ellos, pero en la medida de sus posibilidades. Ellos también tienen una vida. Claro, hay casos especiales en que no queda de otra y no juzgo a nadie, cada quien sabe lo que hay en su casa, sus circunstancias, etc. En nuestro caso, tratamos de no cargar a mis suegros que son los que están aquí cerca. Les dejo a mis hijos en contadas ocasiones, cuando ellos lo desean. Cuando es necesario. Mi suegra aún trabaja y soy consciente que cuando sale cansada del hospital quiere relajarse, que tiene sus cosas que hacer, su vida, sus amistades. Mi suegro está jubilado y tiene más tiempo libre, pero también hace sus tareas, estudia, tiene reuniones. Así es que cuando dejamos a los niños son tardes, horas contadas, en vacaciones como ahora que tanto nietos como abuelos quieren pasar tiempo juntos; o por trabajo, un par de noches porque tuve que irme a cubrir un evento periodístico a otra ciudad.

Mi esposo y yo hemos tratado de solucionar nuestras cosas solos. Cuando decidimos tener el segundo hijo sabíamos que era nuestra responsabilidad. Él tuvo que tomarse sus días de paternidad en determinadas fechas para conciliar su trabajo y el bebé. Podíamos haber tirado de la ayuda de sus padres, pero como he dicho era nuestra responsabilidad, no la de ellos.

En España el 40 % de los abuelos cuida de sus nietos y se preocupa de su salud y ahorran miles de millones al año a los padres. Los abuelos se convierten en colchón protector de muchas familias que por la crisis han tenido que echar una mano a sus hijos; sin embargo, muchos de ellos, según varios estudios y publicaciones, se sienten preocupados por la responsabilidad y algunos, incluso, se sienten utilizados por su hijos para cuidar de los nietos.

No sé cómo ven el tema ustedes, ya he dicho que hay casos y casos. Pero yo creo que los abuelos no están para volver a criar con la edad que tienen, están para engreír a los nietos.

Ayuda caída del cielo

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Mis padres que viven en Lima, Perú, han estado conmigo desde antes del nacimiento de mi segundo hijo Gabriel. Decidieron tomarse unas «vacaciones» para venir y ayudarme en la recta final del embarazo y para cuando naciera el bebé. Los tres meses de su estadía se acaban. Se me termina «el chollo», como dicen por aquí. Han sido y son de gran ayuda. Mi madre me limpia la casa, me cocina, me ayuda con Andrés  (mi hijo mayor), con el pequeño Gabriel. Mi padre se va con el grande al parque, juega con él, etc. Pero más que ayudarme, han venido a cuidarme, ha llenarme de mimos y de amor. Hoy se van, vuelven a su casa, a 10 mil km. de la mía y no saben cómo los voy a echar de menos, no solo por la grandísima ayuda que me han dado en estos tres meses, sino porque me he sentido niña otra vez con todos sus cuidados y sus palabras. Qué gran bendición es tener a los padres y más aún si están cerca para echarte una mano cuando lo necesitas, para aconsejarte y hasta para reñirte.
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Mañana vuelvo a mi realidad, sola con mis dos pequeños, mi marido, la casa. Les vamos a extrañar muchísimo, mi casa ya no será la misma. Ellos se van con la alegría de haber visto nacer a su nieto (se perdieron el nacimiento de Andrés), nosotros nos quedamos con la tristeza de su partida. Nos queda la esperanza de que en un año nos volveremos a ver.
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